El dispensacionalismo y otras corrientes de pensamiento del fin del mundo insisten en que las profecías bíblicas deben interpretarse literalmente. Es decir que rechazan otros métodos de interpretación, como el idealista y el historicista, de los que hablaremos más adelante. Para los dispensacionalistas, la interpretación literal implica que las profecías deben cumplirse en Israel. Israel, como ellos lo entienden, incluye no solo al pueblo judío sino también el territorio y la existencia nacional de Israel. Es más, estas profecías no podían cumplirse hasta que se reestableicera la existencia nacional de Israel, lo que ocurrió en 1948. Los dispensacionalistas están obstinados en este método de interpretación literal.
El problema con esa perspectiva es que está equivocada. Simplemente no tiene sentido que digan que “hay una, y solo una, interpretación de cualquier pasaje de las escrituras”. Una afirmación así ignora las diferentes interpretaciones que un pasaje puede tener dentro de la misma Biblia.
Por ejemplo, Mateo 2:15: “para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.” En este versículo Mateo habla del regreso a Israel de José, María y Jesús desde Egipto. Mateo ve este regreso como el cumplimiento de Oseas 11:1 (“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.”) En Oseas las palabras “de Egipto llamé a mi hijo” se refieren a la salida de Israel de Egipto en el éxodo. No tiene sentido imaginar que Oseas, mientras escribía estas palabras, estuviera pensando en José, María y Jesús cientos de años en el futuro. Pero Mateo si ve en la salida de Israel de Egipto una insinuación del viaje que haría Jesús posteriormente. Jesús, en otras palabras, recrea la historia de Israel, su vida refleja la historia de Israel. De modo que las palabras “de Egipto llamé a mi hijo” tienen una doble aplicación. Se refieren (en Oseas) a la experiencia de Israel en el éxodo. Y también se refieren a Jesús como el que refleja la historia de Israel. La única manera en la que los teólogos del fin del mundo pueden insistir en que cada pasaje tiene una sola interpretación es ignorando la manera en la que los escritores del Nuevo Testamento usan en realidad el Antiguo Testmento.
Otro ejemplo, veamos 1 Corintios 9:9-11: “Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes?... Pues por nosotros se escribió... Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” En 1 Corintios, Pablo decía que los ministros del evangelio tienen derecho a que sus congregaciones los apoyen económicamente (aunque Pablo no insitió en ejercer este derecho). Para fundamentar su punto utilizó Deuteronomio 25:4 (“No pondrás bozal al buey cuando trillare.”) Si se le permite al buey comer del grano que se está trillando, ¿no deberían los siervos poder obtener apoyo material de su trabajo ministerial? En Deuteronomio claramente se está hablando de los bueyes. Es una ley que ordena el trato digno de los animales de trabajo, no se está refiriendo ahí a los ministros cristianos y su sustento. Pero Pablo creía que este criterio aplicado a los bueyes tenía una aplicación importante para su propia situación. El punto que debemos notar es que la afirmación sobre los bueyes tiene una doble apliación dentro de misma Biblia, como Oseas 11:1. Se refiere a los bueyes, pero también puede referirse a los siervos cristianos. Vemos nuevamente lo inútil que es insistir que los pasajes bíblicos tienen una única interpretación.
La lección que debemos sacar de estos ejemplos es que los escritores del Nuevo Testamento no estaban pensando solo en interpretar literalmente el Antiguo Testamento. Al contrario, hay una tradición en la Biblia de hallar nueva relevancia en los textos del Antiguo Testamento. La relevancia de un texto en su sentido original no agota sus posibles interpretaciones. Pensemos en 2 Corintios 4:6. Aquí Pablo se refriere a Génesis 1: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” Si a Pablo le interesara solamente hacer una interpretación literal de Génesis 1, habría escrito solo sobre los seis días de la creación. Pero Pablo vió que Génesis 1 tenía una importancia que iba más allá de la creación del mundo. Para él, la luz creada por Dios no es solo una luz física sino también una luz espiritual que nos permite conocer a Jesucristo. Los escritores del Nuevo Testamento acostumbraron interpretar el Antiguo Testamento de esta manera. Para ellos el Antiguo Testamento se refiere tanto a elementos de la historia de Israel y a elementos del nuevo pacto. Por eso no tiene sentido que los teólogos del fin del mundo digan que los pasajes bíblicos tienen una única interpretación. No hay ninguna buena razón para pensar que las profecías bíblicas como las de Daniel y Apocalipsis deban aplicarse a Israel y solo a Israel.
El problema con esa perspectiva es que está equivocada. Simplemente no tiene sentido que digan que “hay una, y solo una, interpretación de cualquier pasaje de las escrituras”. Una afirmación así ignora las diferentes interpretaciones que un pasaje puede tener dentro de la misma Biblia.
Por ejemplo, Mateo 2:15: “para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.” En este versículo Mateo habla del regreso a Israel de José, María y Jesús desde Egipto. Mateo ve este regreso como el cumplimiento de Oseas 11:1 (“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.”) En Oseas las palabras “de Egipto llamé a mi hijo” se refieren a la salida de Israel de Egipto en el éxodo. No tiene sentido imaginar que Oseas, mientras escribía estas palabras, estuviera pensando en José, María y Jesús cientos de años en el futuro. Pero Mateo si ve en la salida de Israel de Egipto una insinuación del viaje que haría Jesús posteriormente. Jesús, en otras palabras, recrea la historia de Israel, su vida refleja la historia de Israel. De modo que las palabras “de Egipto llamé a mi hijo” tienen una doble aplicación. Se refieren (en Oseas) a la experiencia de Israel en el éxodo. Y también se refieren a Jesús como el que refleja la historia de Israel. La única manera en la que los teólogos del fin del mundo pueden insistir en que cada pasaje tiene una sola interpretación es ignorando la manera en la que los escritores del Nuevo Testamento usan en realidad el Antiguo Testmento.
Otro ejemplo, veamos 1 Corintios 9:9-11: “Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes?... Pues por nosotros se escribió... Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” En 1 Corintios, Pablo decía que los ministros del evangelio tienen derecho a que sus congregaciones los apoyen económicamente (aunque Pablo no insitió en ejercer este derecho). Para fundamentar su punto utilizó Deuteronomio 25:4 (“No pondrás bozal al buey cuando trillare.”) Si se le permite al buey comer del grano que se está trillando, ¿no deberían los siervos poder obtener apoyo material de su trabajo ministerial? En Deuteronomio claramente se está hablando de los bueyes. Es una ley que ordena el trato digno de los animales de trabajo, no se está refiriendo ahí a los ministros cristianos y su sustento. Pero Pablo creía que este criterio aplicado a los bueyes tenía una aplicación importante para su propia situación. El punto que debemos notar es que la afirmación sobre los bueyes tiene una doble apliación dentro de misma Biblia, como Oseas 11:1. Se refiere a los bueyes, pero también puede referirse a los siervos cristianos. Vemos nuevamente lo inútil que es insistir que los pasajes bíblicos tienen una única interpretación.
La lección que debemos sacar de estos ejemplos es que los escritores del Nuevo Testamento no estaban pensando solo en interpretar literalmente el Antiguo Testamento. Al contrario, hay una tradición en la Biblia de hallar nueva relevancia en los textos del Antiguo Testamento. La relevancia de un texto en su sentido original no agota sus posibles interpretaciones. Pensemos en 2 Corintios 4:6. Aquí Pablo se refriere a Génesis 1: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” Si a Pablo le interesara solamente hacer una interpretación literal de Génesis 1, habría escrito solo sobre los seis días de la creación. Pero Pablo vió que Génesis 1 tenía una importancia que iba más allá de la creación del mundo. Para él, la luz creada por Dios no es solo una luz física sino también una luz espiritual que nos permite conocer a Jesucristo. Los escritores del Nuevo Testamento acostumbraron interpretar el Antiguo Testamento de esta manera. Para ellos el Antiguo Testamento se refiere tanto a elementos de la historia de Israel y a elementos del nuevo pacto. Por eso no tiene sentido que los teólogos del fin del mundo digan que los pasajes bíblicos tienen una única interpretación. No hay ninguna buena razón para pensar que las profecías bíblicas como las de Daniel y Apocalipsis deban aplicarse a Israel y solo a Israel.
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