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APLICACIÓN DE LOS TEXTOS BÍBLICOS

El significado del Apocalipsis en el siglo I no agota el mensaje del Apocalipsis. Como ya vimos antes, los libros proféticos pueden aplicarse más de una vez. El Apocalipsis habla igual de fuerte hoy que en el siglo I. Sin embargo, antes de pensar en su significado para la actualidad, debemos examinar algunas de las presuposiciones que estorban a la hora de hacer una interpretación responsable.

La gente normalmente se confunde al considerar cómo puede aplicarse el Apocalipsis a las diferentes etapas de la historia. La confusión está al pensar que el Apocalipsis se refiere a un futuro predeterminado. Como si la historia fuera una película cuyo libreto se escribió previamente. En el cine primero se escribe el libreto. Después el director y los artistas actúan el guión. Muchas personas piensan que así es la historia. Que Dios ha escrito un libreto. Que especifica exactamente lo que va a ocurrir en la historia y cuando ocurriá. Cada linea del libreto se refiere exclusivamente a un solo momento histórico. La historia avanza a medida que los seres humanos actúan su parte. Desde esta perspectiva, el Apocalipsis y demás libros proféticos son una porción del libreto que nos han permitido leer. Leer estos libros es como leer el libreto de la película antes que los artistas la actúen. Cuando ya hemos leído el libreto, ya sabemos lo que los actores van a hacer.

Otra metáfora, muchas pesonas piensan en la historia como un gran calendario. En este calendario Dios apuntó hace mucho tiempo los eventos para cada día. Por ejemplo, en el principio Dios dispuso el nacimiento de Obama en 1961 y lo apuntó en su gran calendario. Para el año 70 d. C. Dios dispuso la destrucción de Jerusalén a mano de los romanos y apuntó todo esto en el calendario. De la misma forma, Dios ha dispuesto todos los eventos futuros, incluso el fin del mundo. Cada acontecimiento ocurriá cuando llegue su día en el calendario. El libro del Apocalipsis describe esos eventos futuros y contiene algunos detalles de ese calendario. Los que lo estudien a profundidad pueden, creen ellos, descubrir fechas del calendario y saber cuándo ocurrirá el fin del mundo.

Pero hay un gran problema al creer que la historia es como un libreto o un calendario, estas metáforas conradicen totalmente lo que la Biblia dice al respecto. Estas metáforas suponen que la historia es una colección de acontecimientos que Dios ha predeterminado desde el principio. Asumen que antes de crear el universo Dios dispuso (como un escritor) qué cosas ocurrirían exactamente y cuándo. Como si Dios hubiera preescrito todos los detalles de la historia universal. Aunque los cristianos creen que Dios tiene planes para el universo y que Dios un día traerá completamente Su reino, creer que Dios predetermina los eventos de la historia universal significaría que Dios es el verdadero autor y causante de la maldad. Esa conclusión no es aceptable para los cristianos. Afortunadamente la literatura profética de la Biblia presenta a Dios y a la historia de una manera muy distinta.

Por ejemplo, en el libro de Jonás. Dios comisiona a Jonás para ir a avisar que “cuarenta días más, y Nínive será destruida” (Jonás 3:4). Sin embargo, sorpresivamente, los ninivitas se arrepintieron. ¿Siguió Dios adelante con la destrucción de Nínive? ¿Era esta destruccion parte de un liberto preescrito? ¿Estaba ya apuntado en el calendario? ¿Estaba Dios determinado a destruir Nínive a pesar de su arrepentimiento? No. Al contrario, la historia de Nínive cambió por sus acciones. Esto nos evidencia que la historia no está escrita en piedra. No está predeterminada en un libreto o un calendario. Más bien la historia va tomando forma y va cambiando según las acciones de los seres humanos.

Por supuesto, la historia de Jonás no implica que la historia es simplemente el resultado de las acciones humanas. Al contrario, Dios es el actor principal de la historia, y las acciones de Dios le dan sentido y establecen el rumbo que toma. Pero Dios no actúa solo. Dios interactúa con los actores humanos, como la gente de Nínive. Cuando los actores humanos participan, Dios obra a través de sus acciones para llevar a la historia hacia su objetivo.

Ese objetivo queda claro en el libro de Jeremías. Usando el ejemplo del alfarero que transforma el barro en una vasija nueva, la palabra de Dios vino a Jeremías:

“En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles” Jeremías 18:7-8

Este pasaje dice directamente que el futuro, incluido el futuro de Israel, no están escritos de antemano. Nos muestra que aunque el plan general de Dios para redimir a la humandiad es constante y no cambia, la interacción de Dios con los actores humanos es flexible y emotiva.

Por eso mismo, no hay razón para asumir que el Apocalipsis describe acontemientos que ya están predeterminados. No están en el calendario de Dios todavía, cada uno con una fecha inamovible. En lugar de eso deberíamos notar que Apocalipsis describe un pauta repetitiva de la historia, un patrón de cumplimiento. En este patrón, el pueblo de Dios se halla amenazado por sistemas politicos y culturales muy hostiles. Tal sistema demanda que todos se sometan y lo hagan objeto de su adoración. En esa situación, el pueblo de Dios enfrenta a una dicotomía. Debe elegir entre adorar a Dios exclusivamente o pactar con el sistema político. El libro del Apocalipsis habla poderosamente a los cristianos de todos los siglos porque describe una pauta que se repite continuamente en la historia de la humanidad. Las palabras del Apocalipsis se cumplieron allá en el primer siglo cuando los cristianos enfrentaron un conflicto espiritual contra el Imperio Romano. Pero los cristianos de los siglos posteriores experimentaron el Apocalipsis como una palabra viva para ellos porque ellos también se encontraron enfrentando estructuras políticas perversas. Por eso podemos decir que el Apocalipsis se cumple también en los siglos posteriores. Y como estamos seguros que los cristianos sufrirán bajo estas estructuras políticas perversas en el futuro, sabemos que el Apocalipsis también describe el futuro. Pero no describe solo el futuro. Describe cada ocasión en la historia cuando el pueblo de Dios estuvo amenazado por sistemas politicos perversos.

Esto significa que la escatología relativista de Edwards y Finney tenía razón, las acciones humanas si influyen en la venida del reino de Dios. La facilitación u obstaculización de los reavivamientos influye en el momento de esa venida. También significa que mucho de la teología del fin del mundo está equivocada. Porque asume que el futuro ya está escrito: en tal y tal fecha será el rapto, en tal y tal fecha aparecerá el Anticristo, en tal y tal fecha matarán a los dos testigos de Ap. 11, etc. La mayoría de la teología del fin del mundo piensa que estos y todos los demás acontecimientos del fin del mundo están preescritos en el calendario de Dios. Que cada día nos acercamos más a esos acontecimientos. Pero desde la perspectiva de Jonás y Jeremías esa manera de ver las cosas está muy equivocada.

Interpretamos el libro de Apocalipsis y otros textos proféticos de manera correcta cuando (1) respetamos el sentido original, (2) los leemos con su propósito de dar exhortaciones y amonestaciones, y (3) aplicamos su propósito a nuestros días. Por ejemplo, aplicamos el libro de Apocalipsis a nuestro tiempo cuando lo usamos para discernir poderes políticos perversos de la actualidad. Cuando leemos Apocalipsis, debemos preguntar, “¿En qué maneras hemos puesto en riesgo la adoración exclusiva a Dios? ¿De qué maneras hemos apoyado a los sistemas políticos perversos de nuestro tiempo?” Estas son preguntas que van acordes con el propósito del Apocalipsis para nosotros.

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