Saber que los textos proféticos normalmente se cumplen por etapas y que tienen múltiples aplicaciones nos ayuda a interpretar esos textos de manera responsable. Es decir, que si nos enfocamos solo en su cumplimiento final en la segunda venida de Jesús (como los especialistas en el fin del mundo suelen hacer), entonces perdemos de vista las demás lecturas que son igualmente importantes.
Tomemos por ejemplo el libro de Apocalipsis. Los cristianos tienen la costumbre de interpretar que el libro (o por lo menos los capítulos 4-22) se refiere estrictamente al futuro, nuestro futuro. Y es bueno que leamos el Apocalipsis como si estuviera refiriéndose a nosotros y nuestro futuro. Pero no vemos todo la magnitud del Apocalipsis a menos que escuchemos el mensaje que tenía para los que lo leían y escuchaban en el siglo I. Es importante recordar que el Apocalipsis es sobre todo una carta a siete iglesias. Estas iglesias, a finales del siglo I, tenían algunos problemas, y el Apocalipsis aborda esos problemas. El tema principal en el Apocalipsis es que las iglesias deben mantenerse fieles a Dios y resistir al Imperio Romano. Una interpretación responsable tiene que respetar el propósito original del Apocalipsis. Es importante notar que el Apocalipsis le habla a los cristianos del siglo I sobre sus preocupaciones en el siglo I.
Esto quiere decir que cuando leemos sobre la bestia que sale del mar (13:1) y la otra bestia terrenal (13:11) y la gran ramera (cap. 17), debemos preguntarnos, “¿Cuál era el mensaje a las siete iglesias?” Es muy importante tener en mente este punto: Si el Apocalipsis quería ser en realidad una voz de alerta y ánimo a las siete iglesias, el mensaje del Apocalipsis tenía que ser entendible para sus primeros lectores. Tenía que abordar los temas que les preocupaban. Entonces, ¿cómo habrán entendido los lectores en el siglo I los símbolos de la bestia del mar y la bestia de la tierra y la gran ramera? Entendían que eran referencias al Imperio Romano.
¿Cómo sabemos que los lectores del siglo I interpretarían que los símbolos del Apocalipsis son referencias al Imperio Romano? Hay dos razones. Primero, una general: si el Apocalipsis debía ser un mensaje de alerta y ánimo a las siete iglesias, entonces debía hablar de las realidades que los atormentaban. El Apocalipsis no sería muy útil para alertar y animar a sus primeros lectores si se refiriera a acontecimientos que ocurrirían miles de años después. Segundo, veamos el mensaje del libro.
En el capítulo 3 Jesús prometió a los de Filadelfia guardarlos “de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” (v. 10). Nos está diciendo que los lectores estaban sufriendo persecusión. El origen de esta persecusión solo podía ser el Imperio Romano; que era lo único que en el siglo I podía crear una “prueba” mundial.
En el capítulo 13 el Apocalípsis habla de una bestia de siete cabezas. Vemos en el 17:9-11 que las cabezas de la serpiente representan siete reyes y que la bestia era un octavo rey. Los lectores en el siglo I entenderían que las cabezas simbolizaban una lista de emperadores Romanos.
Según 13:3, una de las cabezas aparentemente había muerto pero revivió. Los lectores del siglo I habrían visto esto como una referencia al emperador Nerón, que había sido asesinado; sin embargo, había muchos rumores de que Nerón había sobrevivido y se había refugiado en otro lugar.
Según el 17:8, la bestia “era, y no es; y está para subir del abismo”. Esta es otra manera de referirse a Nerón, que “era” (estuvo vivo hasta que lo asesinaron) y “no es” (estaba muerto cuando se escribió Apocalipsis), y “está para subir” (regresaría). En la antigüedad existía la creencia generalizada de que Nerón regresaría a Roma encabezando un ejército.
El enemigo del pueblo de Dios es llamado “la gran Babilonia” (17:5). La literatura judía en los tiempos de Jesús frecuentemente se refería a Roma como Babilonia.
En el 13:11-15 la bestia se describe como un objeto de culto. Los cristianos del siglo I interpretarían esto como una referencia al culto que se rendía a los emperadores Romanos.
Las siete cabezas se identifican como siete montes (17:9) y la ramera que va en la bestia simboliza “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (v. 18). Los lectores del siglo I fácilmente verían estos símbolos como referencias a Roma.
La bestia tiene número, 666. Cuando estos números se escriben como letras (los idiomas antiguos usaban los mismos símbolos de las letras para escribir los números), se leen varios nombres, por ejemplo “Nerón”.
Para resumir: una interpretación responsable es respetuosa del sentido original de un libro como Apocalipsis. En su sentido original, Apocalipsis daba un mensaje de alerta y ánimo en el contexto de la persecusión en el Imperio Romano. Los primeros lectores del Apocalipsis lo recibieron como una palabra profética porque se refería a problemas que los preocupaban mucho y abordaba temas que enfrentaban todos los días. Para ellos el Apocalipsis no era un libro de misterios. Hasta el número 666 podía entenderse, por eso el Apocalipsis exhortaba a sus lectores a usar sabiduría para entender la referencia (13:18). El Apocalipsis espera que sus lectores entiendan su simbología. Pero la entenderían solo porque los símbolos representaban cosas que los lectores conocían de diario.
Tomemos por ejemplo el libro de Apocalipsis. Los cristianos tienen la costumbre de interpretar que el libro (o por lo menos los capítulos 4-22) se refiere estrictamente al futuro, nuestro futuro. Y es bueno que leamos el Apocalipsis como si estuviera refiriéndose a nosotros y nuestro futuro. Pero no vemos todo la magnitud del Apocalipsis a menos que escuchemos el mensaje que tenía para los que lo leían y escuchaban en el siglo I. Es importante recordar que el Apocalipsis es sobre todo una carta a siete iglesias. Estas iglesias, a finales del siglo I, tenían algunos problemas, y el Apocalipsis aborda esos problemas. El tema principal en el Apocalipsis es que las iglesias deben mantenerse fieles a Dios y resistir al Imperio Romano. Una interpretación responsable tiene que respetar el propósito original del Apocalipsis. Es importante notar que el Apocalipsis le habla a los cristianos del siglo I sobre sus preocupaciones en el siglo I.
Esto quiere decir que cuando leemos sobre la bestia que sale del mar (13:1) y la otra bestia terrenal (13:11) y la gran ramera (cap. 17), debemos preguntarnos, “¿Cuál era el mensaje a las siete iglesias?” Es muy importante tener en mente este punto: Si el Apocalipsis quería ser en realidad una voz de alerta y ánimo a las siete iglesias, el mensaje del Apocalipsis tenía que ser entendible para sus primeros lectores. Tenía que abordar los temas que les preocupaban. Entonces, ¿cómo habrán entendido los lectores en el siglo I los símbolos de la bestia del mar y la bestia de la tierra y la gran ramera? Entendían que eran referencias al Imperio Romano.
¿Cómo sabemos que los lectores del siglo I interpretarían que los símbolos del Apocalipsis son referencias al Imperio Romano? Hay dos razones. Primero, una general: si el Apocalipsis debía ser un mensaje de alerta y ánimo a las siete iglesias, entonces debía hablar de las realidades que los atormentaban. El Apocalipsis no sería muy útil para alertar y animar a sus primeros lectores si se refiriera a acontecimientos que ocurrirían miles de años después. Segundo, veamos el mensaje del libro.
En el capítulo 3 Jesús prometió a los de Filadelfia guardarlos “de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” (v. 10). Nos está diciendo que los lectores estaban sufriendo persecusión. El origen de esta persecusión solo podía ser el Imperio Romano; que era lo único que en el siglo I podía crear una “prueba” mundial.
En el capítulo 13 el Apocalípsis habla de una bestia de siete cabezas. Vemos en el 17:9-11 que las cabezas de la serpiente representan siete reyes y que la bestia era un octavo rey. Los lectores en el siglo I entenderían que las cabezas simbolizaban una lista de emperadores Romanos.
Según 13:3, una de las cabezas aparentemente había muerto pero revivió. Los lectores del siglo I habrían visto esto como una referencia al emperador Nerón, que había sido asesinado; sin embargo, había muchos rumores de que Nerón había sobrevivido y se había refugiado en otro lugar.
Según el 17:8, la bestia “era, y no es; y está para subir del abismo”. Esta es otra manera de referirse a Nerón, que “era” (estuvo vivo hasta que lo asesinaron) y “no es” (estaba muerto cuando se escribió Apocalipsis), y “está para subir” (regresaría). En la antigüedad existía la creencia generalizada de que Nerón regresaría a Roma encabezando un ejército.
El enemigo del pueblo de Dios es llamado “la gran Babilonia” (17:5). La literatura judía en los tiempos de Jesús frecuentemente se refería a Roma como Babilonia.
En el 13:11-15 la bestia se describe como un objeto de culto. Los cristianos del siglo I interpretarían esto como una referencia al culto que se rendía a los emperadores Romanos.
Las siete cabezas se identifican como siete montes (17:9) y la ramera que va en la bestia simboliza “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (v. 18). Los lectores del siglo I fácilmente verían estos símbolos como referencias a Roma.
La bestia tiene número, 666. Cuando estos números se escriben como letras (los idiomas antiguos usaban los mismos símbolos de las letras para escribir los números), se leen varios nombres, por ejemplo “Nerón”.
Para resumir: una interpretación responsable es respetuosa del sentido original de un libro como Apocalipsis. En su sentido original, Apocalipsis daba un mensaje de alerta y ánimo en el contexto de la persecusión en el Imperio Romano. Los primeros lectores del Apocalipsis lo recibieron como una palabra profética porque se refería a problemas que los preocupaban mucho y abordaba temas que enfrentaban todos los días. Para ellos el Apocalipsis no era un libro de misterios. Hasta el número 666 podía entenderse, por eso el Apocalipsis exhortaba a sus lectores a usar sabiduría para entender la referencia (13:18). El Apocalipsis espera que sus lectores entiendan su simbología. Pero la entenderían solo porque los símbolos representaban cosas que los lectores conocían de diario.
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