Si los pasajes bíblicos pueden tener más de una aplicación, entonces, ¿cómo debemos interpretar los textos bíblicos sobre el fin del mundo? Primero veamos las cuatro maneras tradicionales de interpretar esta literatura, usando al libro de Apocalipsis de ejemplo.
Las perspectivas preterista, historicista y futurista tienen un error en común. Las tres asumen que las profecías se cumplen una y solo una vez. Lo único que distingue a estas interpretaciones entre sí es si las profecías se cumplieron en el siglo I (preterismo), a lo largo de los siglos (historicismo) o si todavía ocurrirán en el futuro (futurismo). Pero no hay razón para pensar que los textos proféticos tienen solo un cumplimiento. Como ya vimos antes, la Biblia misma nos muestra que los pasajes en las escrituras pueden tener más de una aplicación. Lo mismo es cierto para las profecías; pueden tener más de un cumplimiento. De hecho, en lugar de pensar que las profecías se cumplen, es más apropiado pensar que estos textos tienen múltiples aplicaciones a lo largo de la historia. Su relevancia no está limitada a un solo cumplimiento.
Ya vimos cómo Oseas 11:1 (“de Egipto llamé a mi hijo”) tiene una doble lectura. Para Oseas, se remontaba a la redención del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Para Mateo se proyectaba hacia Jesucristo. Con este ejemplo en mente podemos ver algunas otras profecías y notar que también se pueden aplicar a múltiples momentos en la historia.
Por ejemplo, Amós 9:11-12: “En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y levantaré sus ruinas... para que posean... a todas las naciones.” Como muchas otras profecías del Antiguo Testamento esta se refiere a la restauración de Israel luego del exilio en Babilonia. Los profetas anticipaban que Dios renovaría la existencia de la nación de Israel y les daría un rey como David (Isaías 11:1-5 es parecido). Pero en Hechos la profecía de Amós se interpreta como que Dios formará la iglesia con los gentiles (Hechos 15:13-17). Por un lado, las palabras de Amós se aplicaban a la historia nacional de Israel, que efectivmaente fue restaurado luego del exilio en Babilonia. Y por otro, sus palabras se aplicaban a la iglesia cuando los gentiles se fueron incorporando al pueblo de Dios a través de la predicación de los apóstoles. Este ejemplo nos muestra claramente que los pasajes proféticos pueden tener más de una aplicacion o lectura.
O, por ejemplo, Joel 2:28-32: “Y derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas...” Para Joel, estas palabras se referían al final de la historia, cuando Dios haría grandes maravillas para redimir a Israel y crear un nuevo orden. Hechos, sin embargo, ve la profecía de Joel como algo importante en el tiempo de los apóstoles (Hechos 2:16-24). Ahora bien, nadie está pensando que la profecía de Joel se halla cumplido completamente en Hechos 2; el Espíritu no se derramó literalmente en toda carne. El Movimiento de Santidad, por ejemplo, ha enseñado que en el futuro Dios derramará nuevamente su Espiritu de manera más dramática e incluso más universal. Así que debemos ver a Hechos 2 como una aplicación preliminar o parcial de la profecía de Joel, con otras aplicaciones todavía a futuro.
Estos ejemplos nos muestran que las profecías generalmente no se cumplen en un solo acontecimiento histórico. Los textos proféticos no se refieren a un solo acontecimiento histórico. Sino que describen pautas de la actividad de Dios, maneras en las que Dios obra repetidamente en la historia. Por eso los escritores del Nuevo Testamento podían ver que las profecías sobre la restauración de Israel también se referían a Jesús.
Como la mayoría de las profecías no se cumplen en un solo evento o momento de la historia, su cumplimento completo todavía está por venir. Por ejemplo, la profecía de Zacarías, “tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,” (Zac. 9:9) se cumplió parcialmente cuando Jesús entro a Jerusalén (Mateo 21:1-5); sin embargo, nadie puede pensar que ese evento fue un cumplimento completo. La primera aparición de Jesús introdujo el reino de Dios a la historia de manera poderosa. Pero el reino aun debe lidiar con el poder del pecado y la oscuridad; su victoria no se ha completado. Las palabras del profeta se cumplirán completamente solo en la victoria final de Jesucristo al final de la historia. Solo entonces este periodo mesiánico, con sus beneficios y victoria completa sobre el pecado, será realidad. Solo la venida de Cristo en gloria cumplirá completamente las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento.
- La interpretación preterista dice que el Apocalipsis describe acontemientos del siglo I y que la bestia del capítulo 13 es el Imperio Romano y/o los Césares. Los que están de acuerdo con esta perspectiva dicen que Apocalipsis tiene poca o ninguna referencia al futuro.
- La interpretación historicista dice que Apocalipsis describe acontecimientos que ocurren a lo largo de la historia. J. Edwards pensaba que la quinta copa de ira mencionada en 16:10-11 era la Reforma. Esto ilustra la posición historicista: que varios acontecimientos históricos han sido predicho. Muchos han quedado en el pasado, pero algunos todavía no han ocurrido.
- La interpretación futurista dice que el Apocalipsis (especialmente después del capítulo 3) se trata del fin de los tiempos. Los dispensacionalistas aceptan esta perspectiva futurista.
- La interpretación idealista dice que el Apocalipsis no se trata de acontecimientos pasados ni futuros. Sino que simboliza la salvación del alma y la lucha entre el reino de Dios y el mal.
Las perspectivas preterista, historicista y futurista tienen un error en común. Las tres asumen que las profecías se cumplen una y solo una vez. Lo único que distingue a estas interpretaciones entre sí es si las profecías se cumplieron en el siglo I (preterismo), a lo largo de los siglos (historicismo) o si todavía ocurrirán en el futuro (futurismo). Pero no hay razón para pensar que los textos proféticos tienen solo un cumplimiento. Como ya vimos antes, la Biblia misma nos muestra que los pasajes en las escrituras pueden tener más de una aplicación. Lo mismo es cierto para las profecías; pueden tener más de un cumplimiento. De hecho, en lugar de pensar que las profecías se cumplen, es más apropiado pensar que estos textos tienen múltiples aplicaciones a lo largo de la historia. Su relevancia no está limitada a un solo cumplimiento.
Ya vimos cómo Oseas 11:1 (“de Egipto llamé a mi hijo”) tiene una doble lectura. Para Oseas, se remontaba a la redención del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Para Mateo se proyectaba hacia Jesucristo. Con este ejemplo en mente podemos ver algunas otras profecías y notar que también se pueden aplicar a múltiples momentos en la historia.
Por ejemplo, Amós 9:11-12: “En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y levantaré sus ruinas... para que posean... a todas las naciones.” Como muchas otras profecías del Antiguo Testamento esta se refiere a la restauración de Israel luego del exilio en Babilonia. Los profetas anticipaban que Dios renovaría la existencia de la nación de Israel y les daría un rey como David (Isaías 11:1-5 es parecido). Pero en Hechos la profecía de Amós se interpreta como que Dios formará la iglesia con los gentiles (Hechos 15:13-17). Por un lado, las palabras de Amós se aplicaban a la historia nacional de Israel, que efectivmaente fue restaurado luego del exilio en Babilonia. Y por otro, sus palabras se aplicaban a la iglesia cuando los gentiles se fueron incorporando al pueblo de Dios a través de la predicación de los apóstoles. Este ejemplo nos muestra claramente que los pasajes proféticos pueden tener más de una aplicacion o lectura.
O, por ejemplo, Joel 2:28-32: “Y derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas...” Para Joel, estas palabras se referían al final de la historia, cuando Dios haría grandes maravillas para redimir a Israel y crear un nuevo orden. Hechos, sin embargo, ve la profecía de Joel como algo importante en el tiempo de los apóstoles (Hechos 2:16-24). Ahora bien, nadie está pensando que la profecía de Joel se halla cumplido completamente en Hechos 2; el Espíritu no se derramó literalmente en toda carne. El Movimiento de Santidad, por ejemplo, ha enseñado que en el futuro Dios derramará nuevamente su Espiritu de manera más dramática e incluso más universal. Así que debemos ver a Hechos 2 como una aplicación preliminar o parcial de la profecía de Joel, con otras aplicaciones todavía a futuro.
Estos ejemplos nos muestran que las profecías generalmente no se cumplen en un solo acontecimiento histórico. Los textos proféticos no se refieren a un solo acontecimiento histórico. Sino que describen pautas de la actividad de Dios, maneras en las que Dios obra repetidamente en la historia. Por eso los escritores del Nuevo Testamento podían ver que las profecías sobre la restauración de Israel también se referían a Jesús.
Como la mayoría de las profecías no se cumplen en un solo evento o momento de la historia, su cumplimento completo todavía está por venir. Por ejemplo, la profecía de Zacarías, “tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,” (Zac. 9:9) se cumplió parcialmente cuando Jesús entro a Jerusalén (Mateo 21:1-5); sin embargo, nadie puede pensar que ese evento fue un cumplimento completo. La primera aparición de Jesús introdujo el reino de Dios a la historia de manera poderosa. Pero el reino aun debe lidiar con el poder del pecado y la oscuridad; su victoria no se ha completado. Las palabras del profeta se cumplirán completamente solo en la victoria final de Jesucristo al final de la historia. Solo entonces este periodo mesiánico, con sus beneficios y victoria completa sobre el pecado, será realidad. Solo la venida de Cristo en gloria cumplirá completamente las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento.
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